La pirotecnia y el medioambiente!!!



Como se vienen aproximando las fiestas de fin de año, ya se han empezado a hacer notar los petardos, cohetes y otras yerbas con que algunos creen aportar algo a la alegría más o menos generalizada.

Y no se puede menos que intentar un análisis racional de los efectos de tanto despliegue de cohetería sobre el ambiente que nos vemos obligados a compartir, participemos o no de semejante salvajada.

Con esa última afirmación se habrán dado cuenta ya, de que no se trata de una actividad inocente ni inocua, pero mi propuesta es hacer una lectura objetiva de las consecuencias de tanto jolgorio, desde un punto de vista ambiental. Manos a la obra pues.
¿Qué se entiende por pirotecnia?

La palabra procede de dos vocablos griegos: pirós= fuego y techne= técnica, de modo que podría entenderse como la técnica de producir fuego.

Con el tiempo, el uso de la palabra pirotecnia se fue reservando a campos mejor definidos, y hoy se refiere a la fabricación y empleo de dispositivos destinados a producir reacciones químicas que generan la combustión de determinados materiales.

Los efectos observables de esa combustión son llamas, chispas y humos coloreados, con o sin el acompañamiento de explosiones.

De ocurrir estas últimas, se supone que son controladas, aunque ya sabemos de la cantidad de accidentes que provoca su manipulación.

Generalmente el uso que se le da es festivo, aunque en su forma más explosiva, y por ende más peligrosa, suele relacionarse también con manifestaciones de protesta callejera.
¿Cómo se componen químicamente los implementos pirotécnicos?

Más arriba les he dicho que estos artilugios provocan combustión y en otro post les expliqué también que básicamente la combustión es una forma especial de oxidación química.

Por esta razón, los compuestos químicos que se requieren en la pirotecnia son de dos grupos, los oxidantes que provocan la combustión, y los combustibles que la alimentan para que dure el tiempo necesario para el efecto que se busque.

Entre los oxidantes, los más comunes que se utilizan en la pirotecnia son: cloratos de Potasio, Bario, Sodio, y Estroncio, percloratos de Potasio, Amonio y Bario, y nitratos de Estroncio, Potasio y Sodio.

Entre los combustibles, dominan el Magnesio y sus aleaciones, el Aluminio en polvo y el Fósforo rojo, blanco o amarillo.

Ya la mera enunciación de estos compuestos debería empezar a preocuparnos, pero antes de ver sus posibles efectos, respondamos a preguntas más generales.
¿Qué efectos tiene el uso de la pirotecnia sobre el ambiente en general?

Si nos proponemos hacer un análisis bien contextualizado y profundo, veremos que hay varios aspectos a considerar:
El destino de los recursos naturales involucrados.
La contaminación resultante de su manufactura.
La contaminación resultante de la utilización del artefacto mismo.
Lo que debería contemplar una Evaluación de Impacto Ambiental.
¿Qué pasa desde el punto de vista del recurso?

En el post que les he linkeado más arriba, encontrarán una definición de recurso, y también la correspondiente clasificación. Y allí habrán visto ustedes que todos los elementos que forman parte de los artefactos pirotécnicos son recursos no renovables. Por esa razón, dilapidarlos en un uso tan vanal, es por lo menos irresponsable.

Porque prácticamente todos esos elementos tienen otras aplicaciones mucho más vitales, con las cuales no debería competir tan innecesaria utilización.

Recordemos que la minería está permanentemente cuestionada por sus efectos sobre el medio, y que por eso mismo reducir la presión de la demanda es una de las estrategias más sostenibles en el tiempo.

Solamente una producción racional permite una disminución de los impactos. Y no es racional absorber costos ambientales solamente para producir elementos que se van a quemar en unos segundos de algarabía.

Yo soy una defensora de la minería responsable y con los más estrictos controles, pero eso no es compatible con una demanda desbordada para destinos injustificados.

Efectivamente, si la demanda es excesiva, la urgencia de producir en cantidad suficiente para responder a ella, hace que se relajen los controles y las medidas de seguridad. Por otra parte, una ganancia también muy elevada abre la puerta a tentaciones como la de elegir un camino no del todo legal, pero aceitado por el dinero contante y sonante.

Las mismas personas que se oponen a la minería, muchas veces, en las propias manifestaciones en su contra, utilizan bombas de estruendo. Por favor, ¿alguien puede explicarme tamaño despropósito?

Pensando en que esas actitudes nacen fundamentalmente del desconocimiento, es que surge este post, para tratar de estimular alguna coherencia y, en todo caso, para que las decisiones se basen en la razón, no en meros slogans.

Pero volvamos a la pirotecnia.
¿Qué pasa desde el punto de vista de la contaminación durante la fabricación de pirotecnia?

Las fábricas de elementos pirotécnicos son fuentes permanentes de residuos sólidos, efluentes líquidos y emanaciones gaseosas, que se van produciendo y liberando durante la manufactura.

Existen por supuesto, numerosas medidas de seguridad exigibles, y casi siempre también exigidas, que permiten disminuir en alguna medida, los efectos nocivos (casi siempre hasta niveles medianamente razonables).

La autorización para el emplazamiento de tales fábricas está teóricamente precedida de una Evaluación de Impacto Ambiental y el consiguiente monitoreo, de modo que en un alarde de ingenuidad voy a permitirme suponer que no es éste el aspecto más peligroso del tema, aunque no debe ignorarse su participación en la consideración integral del problema.

Pasada la etapa de produccción, nunca debe olvidarse que el riesgo del almacenamiento de materiales combustibles, oxidantes y explosivos, es en sí mismo alto y omnipresente.

Pero, repito, en esta etapa, hay todavía un cierto grado de control, y la zona afectada está bien delimitada.

Los peores efectos ocurren después de la comercialización, es decir durante y después del uso mismo de la pirotecnia en un desfile, demostración o en festejos callejeros.
¿Qué grado de contaminación puede producirse durante y después del uso de la pirotecnia?

La más obvia entre las múltiples formas de contaminación es la sonora, que a todos nos mantiene irritables, además de perturbar el descanso y alterar notablemente a las personas nerviosas, ancianas o enfermas, tanto como a las mascotas y a los niños.

Pero ésa está lejos de ser la peor forma de polución ambiental resultante de los fuegos artificiales, porque la mayoría de las sustancias que intervienen en la composición de tanta cohetería, se liberan durante el consumo y pueden permanecer en el aire, o descender hacia el suelo y concentrarse en los cursos de agua.

Por lo general esto permanece desatendido porque en las zonas urbanas, el suelo está ya cubierto o pavimentado, y pocos son los cursos que atraviesan las ciudades. Pero lo que no se tiene presente es la contaminación aérea que afecta muy directamente a los habitantes del lugar, y que la circulación atmosférica puede llevar a zonas distantes de las de la liberación original.

Y debido a que la mayoría de los compuestos combustibles (como el magnesio, aluminio y fósforo que mencionamos más arriba) se encuentran en forma de polvo con partículas muy finas, pueden permanecer mucho tiempo en suspensión, siendo inhalados por los seres vivos y afectando grandes áreas hasta su depositación final.

Respecto a los efectos específicos, los percloratos pueden afectar a la tiroides, el bario contiene isótopos radioactivos, y en la explosión misma se desprende una gran cantidad de dióxido de carbono, partícipe del efecto invernadero.

Con relación a la duración del efecto, según algunos análisis, dentro de 14 horas de la utilización de los fuegos artificiales, los niveles de fondo de perclorato aumentan entre 24 y 1028 veces respecto al contenido habitual de un sistema ambiental sano. Pueden alcanzar el máximo un día más tarde y sólo después, los compuestos empiezan a degradarse lentamente hasta volver a niveles normales dentro de los 20 a 80 días.

No es tampoco despreciable la contaminación lumínica que puede afectar el comportamiento de la fauna, sea silvestre o urbana.

Y hay todavía una instancia más a considerar, y es la carga de residuos aun cuando muchos de ellos sean ya inertes, que se impone al ambiente.

Tanto los del packaging, como los que forman parte del artefacto mismo, en los cuales la carga explosiva está contenida, son todos desechos de los que la comunidad debe después librarse.

Y acá me permito una digresión: existe tal volumen de basura en las comunidades urbanas, que se ha impuesto la llamada regla de las 3 R como la única alternativa inteligente para evitar que los residuos nos tapen por completo.

Las 3 R significan:
Reducir. Y como ya he dicho más arriba, generar “bienes de consumo” inútiles no es la mejor manera de achicar el tonelaje de basura de la que hay que disponer después. La pirotecnia viola este principio.
Reutilizar: Nada en la pirotecnia puede volver a usarse, porque literalmente se quema, casi por completo. Otro postulado ambiental violado.
Reciclar: No hay tampoco envases inocuos ni materiales que puedan procesarse para nuevos usos, con lo cual la regla de las 3 R es por completo inaplicable para proteger el ambiente, cuando de fuegos de artificio se trata.
¿Qué pasaría si se hiciera una evaluación de impacto ambiental?

Hasta aquí me he ceñido a la parte más directamente relacionada con mi profesión geológica, vale decir que me he referido a recursos, contaminación, suelos, aire y agua. Pero una evaluación de impacto ambiental debe, por definición ser completa, y por ende analizar todos los subsistemas que componen el medio, incluyéndose por lo tanto el análisis de los efectos potenciales sobre la población, la fauna, las construcciones, y hasta la economía.

En esa inteligencia, se pueden sumar otros resultados adversos, que sólo menciono porque exceden mi área de especialidad, pero que deben ser considerados también; por ejemplo:
Posibilidad de incendios y explosiones, de los que hay muchísmos antecedentes, tanto en las etapas de fabricación como de almacenamiento, transporte, venta y uso.
Efectos sobre las mascotas y animales silvestres que alteran su comportamiento por el estrés derivado del ruido y la vibraciones. No solamente se pueden producir heridas y muertes o extravíos por desorientación en el momento mismo del uso de la pirotecnia, sino que a largo plazo, la contaminación química puede afectar los ciclos reproductivos, y la salud en general.
Accidentes personales, a veces invalidantes y hasta fatales que ocurren durante la manipulación de los artefactos.
Costo económico y social a la hora de atender a los accidentados, y las posibles secuelas que deban sobrellevar.
Costo de esfuerzo, tiempo y dinero para acudir a controlar los incendios que mencioné más arriba, y a mitigar sus daños.
Costo psicológico para los afectados por accidentes. Esto permanece casi siempre como invisible, y no obstante, la sensación de culpa de un padre que ha comprado la pirotecnia con la que su hijo menor de edad ha padecido una mutilación o una quemadura, es de larga duración y puede conducir a conductas no deseadas, desde depresiones hasta adicciones y suicidios.

Insisto en que en estos aspectos, mi palabra surge del simple sentido común, pero hay miles de especialistas que podrían explayarse al respecto desde sus respectivas áreas de conocimiento. El precedente es un simple listado ilustrativo, que dista mucho de ser completo, precisamente porque excede mi propio conocimiento profesional.
¿Hay regulaciones legales?

Desde luego que sí, al menos en la mayoría de los países, ciudades y/o municipios. Por ejemplo, en casi todos lados está prohibida de manera absoluta la venta callejera, y la venta a menores. También se exige que los menores manipulen los fuegos artificiales solamente con la asistencia de adultos responsables.

Y por lo general, solamente los artefactos debidamente autorizados por autoridad competente pueden ser comercializados.

En Córdoba, por ejemplo, está prohibido el uso de bombas de estruendo en las manifestaciones, y de bengalas en recitales de música.

Pero, ¿cuántas de estas reglamentaciones se cumplen de manera efectiva? ¿Cuándo se ha sabido del ejercicio de un poder de policía relacionado con este tema? ¿Alguien conoce que se haya aplicado alguna sanción alguna vez?

En determinados municipios del mundo, hay además legislación que solamente habilita a personal especializado, y en predios y horarios preestablecidos para manipular pirotecnia en festejos determinados. Eso es digno de imitar, siempre que luego se exija el cumplimiento de la normativa.

Por otra parte, la tecnología está buscando alternativas más saludables, menos peligrosas y mas amigables con el ambiente, para aplicar en la fabricación de pirotecnia.

Por ejemplo, se está privilegiando el uso de de materiales ricos en nitrógeno o nitrocelulosa, por sobre el del perclorato, porque su combustión es comparativamente más limpia y produce menos humo. Pero esos artefactos son todavía muy costosos, motivo por el cual, su utilización es muy reducida en la mayoría de los países.
¿Qué puede agregarse sobre el tema?

En este post, voy a salirme por un momento más de mi rol profesional, para hacer una pregunta desde el más profundo sentido común: ¿cuántos padres darían a su hijo preadolescente, un revólver o una granada para que se entretenga en Navidad? ¿Entonces, por qué le entregan una bolsa de explosivos casi tan potencialmente dañino, sin que se les arrugue el jopo?

Sí, ya sé que me van a decir que un cohete no es tan dañino como una granada, por cierto, pero por eso mismo se manipula de una manera mucho más irresponsable, a veces junto a elementos altamente inflamables, en la ventana de vecinos irascibles o metiéndolos en un tarro con cuanta porquería logran juntar para que el efecto sea más ruidoso.

Es verdad que una granada es más letal, pero por eso mismo su manejo es menos desaprensivo. ¿Sacan alguna conclusión al respecto? ¿Cómo creen que se vería la estadistica si se compara el número de accidentes fatales provocados por uno u otro aparejo en las fiestas de fin de año?

Bueno, por hoy creo haberme ya explayado bastante.

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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.




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